La combinación del confinamiento por la COVID-19 y el intento de reducir las emisiones de carbono nos está llevando a replantear nuestras rutinas. Hemos hecho una encuesta a residentes en Madrid, Milán y Dublín para determinar cómo las restricciones en el confinamiento han modificado la opinión pública, no sólo en cuanto a trabajar desde casa, sino también la forma en que la gente pretende viajar después de la pandemia.
COVID-19 ha interrumpido temporalmente los sistemas de transporte y ha introducido a las personas (o las ha vuelto a familiarizar con) el caminar, el montar en bicicleta y el trabajo en casa. También plantea retos a las autoridades debido a la preocupación de la gente por el transporte público, que prefieren el coche privado o los modos individuales.
¿Podrían estas tendencias remodelar y optimizar completamente la movilidad urbana en el futuro? ¿Se traducirán los cambios de comportamiento temporales que hemos visto durante el confinamiento en permanentes formas de trabajo y de desplazamiento? ¿Tendrán estos la capacidad de aplanar la curva de demanda y llevarnos hacia una nueva normalidad más sostenible?
Nuestra investigación pone en relieve la voluntad y las posibilidades que tienen los habitantes y los usuarios de la ciudad de cambiar sus hábitos en relación con los modos de movilidad, al tiempo que hace referencia a ejemplos de soluciones aplicadas a nivel mundial.