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Eduardo Chillida Mount Tindaya; Eduardo Chillida Mount Tindaya;

Proyecto Tindaya de Eduardo Chillida, Fuerteventura

Imaginar una visión escultórica con la máxima consideración medioambiental

Tras años de búsqueda del sitio ideal para su visión de “un monumento a la tolerancia”, Eduardo Chillida, uno de los escultores más prestigiosos, descubrió la montaña Tindaya en la isla española de Fuerteventura, frente a la costa africana.

La visión escultórica de Chillida era la de un “espacio tallado” en forma de cubo dentro del interior de la montaña: con dimensiones de 45m x 50m x 65m, sería una de las mayores grutas subterráneas jamás construidas y la única de su tipo con un techo de roca plano.

Se dice que Chillida exclamó: “mi escultura desea esta montaña, es hora de saber si la montaña desea mi escultura”. Arup fue el encargado de evaluar la viabilidad de hacer realidad la visión del artista, aunque nunca se ha llegado a materializar este proyecto.

Viabilidad e investigaciones sobre el terreno

La investigación del proyecto se abordó con un máximo respeto con el máximo respeto por la montaña y con el objetivo de proteger el entorno circundante, y se dividió en tres fases.

La primera, consistió en un estudio de viabilidad no intrusivo basado en la investigación de bibliografía técnica disponible, datos de teledetección por satélite y ensayos de laboratorio sobre muestras de roca de zonas próximas a la montaña. Se procedió con una segunda fase de investigación intrusiva, centrada en muestras tomadas en cuatro plataformas de investigación con perforaciones de 1.700 m de profundidad. 

Se investigaron el núcleo del diamante y la permeabilidad in situ, y se probaron la resistencia y la rigidez mediante técnicas mecánicas y geofísicas junto con un programa completo de pruebas de laboratorio.

Protegiendo el entorno natural

El entorno seco y semidesértico del monte Tindaya es frágil y posee un delicado equilibrio entre flora y fauna. El lugar también tiene relevancia arqueológica, por la presencia de antiguos petroglifos grabados en su superficie, similares a las imágenes halladas en montañas del norte de África. 

Para proteger el frágil entorno montañoso, sólo se realizaron las obras mínimas y absolutamente necesarias, con el personal y los materiales esenciales transportados por avión hasta el lugar.

Los estudios geológicos se llevaron a cabo durante la época de nidificación de las águilas que viven en las montañas, para garantizar una perturbación mínima de estas especies protegidas. 

Todas las plataformas de investigación temporales se montaron con balsas protectoras que recogían el agua de perforación y otros residuos, con el fin dejar la montaña intacta.

Desafíos en el diseño

La montaña Tindaya es impresionante no sólo por su forma, sino por la historia geológica de su roca dura y diaclasa, lo cual supone un reto especial para la ingeniería.

La visión de Chillida de que el espacio debía parecer “tallado” en la roca, descartaba el diseño y construcción convencional de una bóveda arqueada y techo suspendido. El requisito artístico de que la superficie de la roca quedara expuesta también descartaría otros diseños tradicionales.

Los requisitos medioambientales y la conservación de la montaña también determinaron el diseño y los métodos de construcción aplicados.

Por la geometría de la caverna y el estado de la roca, esta escultura supone un reto especial para la ingeniería.

La fase final, la planificación de la ejecución del diseño, supuso la realización de un estudio detallado de los efectos sobre el medio ambiente y de los posibles métodos de mitigación necesarios. 

En el diseño se utilizaron modelos informáticos avanzados para reproducir la naturaleza única de las discontinuidades de la roca y optimizar así el planteamiento del diseño para que la roca se sostenga por sí misma.