Con una población mundial de más de 60 años, que se espera que se duplique con creces para el año 2050, y un aumento del 68% en el número de personas mayores que viven en las ciudades entre 2000 y 2015, su atención debe ser un factor decisivo a la hora de planificar las ciudades del futuro. Así se desprende del informe ‘Cities Alive: Designing for ageing communities’, elaborado por la consultora de ingeniería global Arup, que insta a los promotores inmobiliarios, diseñadores y autoridades locales a tener en cuenta las cuatro necesidades básicas de la población que envejece: autonomía e independencia, salud y bienestar, conectividad social y seguridad y resiliencia.
Las ciudades de hoy ofrecen una serie de importantes retos para las personas mayores, desde obstáculos regulatorios que agravan los problemas de vivienda, hasta un diseño inadecuado para las personas con demencia o aquellas que viven afectadas por condiciones climáticas extremas. Así, el documento ofrece una estrategia para identificar cómo las ciudades y los profesionales del entorno construido pueden planificar y diseñar mejor los espacios físicos para satisfacer las prioridades de los residentes mayores.
Para ello, destaca las megatendencias ineludibles del envejecimiento de la población y la creciente urbanización, principales impulsores del cambio para las ciudades de todo el mundo, lo que requiere una transformación fundamental en la forma en que se diseñan, planifican y operan las ciudades.